sábado, 12 de diciembre de 2015

En un preciso instante

Su respiración era lenta y profunda. Su latir, acelerado. Una gota de sudor recorría su frente; y sus cuerpos, húmedos, se juntaban delicadamente, como si de un sutil tesoro se tratase. Él deslizaba un dedo por su espalda. Toda ella erizada. Todo él sediento. Sus labios se tocaban, dulce y apasionadamente, como el compás de una melodía.  Tal y como lo hicieron por primera vez; esa vez en la que el destino encontró el momento de cruzar sus caminos, de fundir sus miradas en una. En tan solo un preciso instante.
SML


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