Música, lenta, melódica, acústica, ambientando aquella pequeña habitación. Un agradable y fresco olor bañaba aquel húmedo aire. Espuma, mucha espuma ocupando el espacio que el agua no rellenaba. Sin dejar ver el fondo de aquella bañera.
Ella esperaba impaciente su llegada, y entonces abrió la puerta. Entró sonriendo, la miró, y se desnudó. Luego ella, que deseando empezar aquella experiencia, entró primero, sin pensar, adentrándose en un agua caliente y cubriéndose de espuma todo el cuerpo. Reía, lo miraba. Él, fascinado por tanta claridad, de sus ojos, de su piel, de su sonrisa... inmortalizó el momento antes de acompañarla en aquel mágico espacio para dos. Para ellos dos.
Jugaron, rieron, se perdieron en la música, en el momento, en un abrazo eterno, en una intensa mirada. Y así, aquel baño se convirtió en el mejor baño que jamás hubieron tomado.
SML
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