Una despejada tarde de invierno, en esa hora en la que la
luna ya puede apreciarse y las estrellas empiezan a iluminar el cielo; una
niña, observando por la ventana, le preguntó a su abuela:
- Abuela, ¿es verdad eso de que nos observan desde
arriba? – A lo que su abuela respondió: - Querida, lo cierto es que yo no creo
en nada que mis ojos no puedan ver, mis oídos no puedan oír o mis manos no
puedan tocar.
Entonces, la niña muy sorprendida y confusa le dijo: - ¿Y qué
pasará si llega un día en el que no veas mas que sombras, no oigas claramente
ni una conversación, o no puedas moverte para coger todo lo que necesites?
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