lunes, 14 de marzo de 2016

El amor imposible

Alguien dijo una vez que en la vida hay tres amores: el primer amor, el amor imposible y el amor de tu vida.

El primer amor es inocente, sincero e idealista. El primer amor parece eterno, es ansiado y a menudo añorado. Lo esperas impaciente, y se va deprisa. Se toma en pequeñas dosis de gran efecto e intenso contenido. El primer amor marca un antes y un después; un hoy, un ayer y un mañana. Es y será, por siempre, el bonito de recuerdo de fascinantes y nuevas sensaciones, las que te hizo vivir; pero una historia con final inesperado.

Sin embargo, el amor imposible, ¡oh, el amor imposible! Lo acaricio delicadamente para no dañarme con sus espinas; como si de una hermosa rosa se tratase. Tan bella y atractiva, y tan nociva y perniciosa. Aún no sé si es amor porque la imposibilidad que lo acompaña lo debilita y desvanece. Esa imposibilidad, esa certeza de conocer que algo es realmente imposible hace que exista a la vez que muere.
El amor imposible, más aventura que amor, más irracional que imposible. Es pasional, desenfrenado, imprudente, alocado. Es silencioso y delicado. Es espontáneo, enérgico e impredecible. Son largas conversaciones, intenciones ocultas, silencios reveladores; cenas, comidas, cines y tardes al sol. Es un arrebato en la cocina, besos por doquier, un desvelo en la noche que acaba entre sollozos y gemidos. Es esa persona que te alcanza y no llega a atraparte. Esa persona que es amigo, compañero, confidente y amante. Es pieza fundamental de tu puzzle inacabado; eslabón indispensable.
El amor imposible, que ni es amor ni imposible, supone riesgo y diversión. ¿Estás dispuesto a acogerlo? Decisiones poco deliberadas, un fin claro, asegurado; pero, ¿es que puede haber final de lo que no hubo principio?

Y en cuanto al amor de mi vida… de ese, ya hablaremos más adelante cuando se cruce en mi camino.
SML

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