Aprendí a cambiar
la envidia por admiración
y el miedo por amor.
Entendí que el mundo
en ocasiones no tiene dos caras.
Que una copa de vino
y una conversación honesta
escondían tanta verdad
como un abrazo a destiempo
saldando deudas.
Y así se cura:
queriendo sin excusas.
No como
si no te estuvieran viendo
sino mirando
a la vida a los ojos.
Anónimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario